Presentación | Desubicados
Irina Podgorny
Ediciones Ampersand.
Museo de La Plata. La Plata. 12 diciembre 2022.

La revista Ñ, de Clarín, convoca a lectores y lectoras de universos diversos y propone notas tan diversas como esos universos. Puntualmente, cada sábado me dejo convocar. Y en la calma rutina de la lectura, cada tanto, salta una nota, más allá del promedio. Promedio entre nuevos libros, entrevistas, notas actuales sobre la sociedad, exposiciones, cine, música y curiosos títulos: ‘Involución del elefante como licorera’, ‘El paraíso (perdido) de la clase obrera’, ‘Creáse o no’, ‘Mi reino por un rollo de papel’. Entre los últimos: ‘Titanes en la Patagonia’.

Como lectora, las espero y las disfruto. Son las notas de Irina Podgorny en la revista Ñ, no me costó memorizar la grafía tan particular de su nombre y su apellido. Sorpresa, volví a “verla” en el canal Encuentro en 2020, en la serie ‘El loco de los huesos’, aquella vez, abriendo los secretos de las gestiones de los Ameghino, entre material paleontológico, la venta de “restos esqueletarios al museo de Milán”, viajes y exposiciones.

Así, como quien sigue a una “star”, asisití al curso de postgrado en el marco del Scinomove (Scientifc Collections on the Move: Provincial Museums, Archives, and Collecting Practices (1850–1950), que fue dictado en el Museo en julio pasado co-dirigido por Irina con Nathalie Richard. La veía en persona por primera vez y confrmó las señales: precisión en las palabras, diálogo fuído, sensibilidad literaria, simpatía, siempre desacralizante, pedestre, erudita y curiosa. Frontal. ”Fresca original” con una “narración histórica y racional” dijo José Emilio Burucúa (2010), a propósito de una reseña sobre El sendero del tiempo y de las causas accidentales. Los espacios de la prehistoria en la Argentina, 1850-1910, Prohistoria.

Otra vez Irina Podgorny. La semana pasada, cuando compré Revista de libros “Review“, editada en Buenos Aires (diciembre/enero 2023), homónima de The New Yorker Review of Books, con el anticipo del libro que estamos presentando.

Parece más fácil encontrar a Irina en estos medios informales, que en las mesas de una librería. Seguramente sus libros para el orden de una librería, resultan inclasifcables.

El salto del cerco de la ciencia natural a un espacio literario abierto, mar de lectores y lectoras de universos diversos como dijimos, es un permiso que Irina se dio, y un desafío. Se apropia del género ‘ensayo’ y abandona
el protocolo de la academia. Equilibra el valor literario con el contenido científco, y la cita (testimonio de la fuente), en acuerdo con el lector, se da por cierta. La biblografía se presenta sistemática y actual.

Propone con texto preciso, que inmediatamente genera complicidad, una narración que fuye, por momentos irónico y a veces hasta escatológico. Y las derivas, podemos estar en México, y sin saber como, llegamos a la China, o la revolución rusa, pasando por París y volvemos a México. A los lectores nos exige atención, estar en el texto. Nos habla ‘de la cosa’, pero el metamensaje es el tiempo (“que todo lo apelmaza y todo lo empolva”), “hasta la naftalina de los estantes, vuelve al polvo al que estaba destinado”, dice en Desubicados. Expone con frecuencia
referencias a su mundo personal y familiar de manera franca y abierta.

Casualidades: leyendo La momia que habla de Irina, este objeto libro se encontró sobre mi mesa de lectura con otro objeto libro, Pequeño mundo ilustrado de María Negroni, Caja Negra, 2011. Negroni afirma que “de la colección me atrae, sobre todo, su índole arbitraria, todo lo que la asemeja al juego del arte (y al arte del juego), su compromiso con lo inalcanzable”. Negroni, escribe sobre ”lo verosimil”, Podgorny escribe sobre “eso que es”. Dejé de leer ambos por la noche, porque las descripciones en los gabinetes de curiosidades, me perturbaban, activando mi memoria infantil y el recuerdo de algún parque de diversiones, algo macabro.

Cada texto es un fragmento (como los acontecimientos de la vida), la imagen total a la manera del director de cine Tarkovski, se construirá sobre la base de las múltiples lecturas que Irina nos dispone. De Tarkovski se dijo: ”un ‘realismo’ a través de la materia de la imagen, del contorno preciso del objeto de la ‘forma fgurativa exacta’… Nadie ha filmado los desechos, las cosas acabadas, como lo ha hecho el director ruso: sin estetizarlos y sin antropomorfzarlos… Son simplemente cosas acabadas, agotadas, que descansan en paz, cubiertas de la mugre con la que el tiempo las viste para hacerse visible.” En cambio, Irina las sacude, del polvo y de su historia.

Desubicados es el título del su último libro, en el que Irina convierte a los clásicos ‘capítulos’, en entradas y salidas, salas, bibliotecas, estantes y vitrinas, generando circuitos en un espacio imaginario que desorienta al
lector tradicional. Porque Irina provoca.

En Desubicados, los protagonistas (o los agonistas) son elefantes, sirenas o caracoles de mar ”en las alturas americanas”. Los vamos buscando y encontrando, sino de la mano, de la letra de Irina, “rastreando cosas fuera de lugar”.

El ready-made (objeto encontrado o objet trouvé) de Marcel Duchamp (en realidad de Elsa von Freytag), titulado La fuente (1917), aquel urinario boca arriba, también nos habla de la lógica del lugar, de la ubicación o la desubicación que cambia el signifcado y en este caso, inaugura el arte conceptual.

En Sala 1. donde están el Archivo y los elefantes y rinocerontes transhumantes, alguno que terminó en el mar como la Señorita D’Jeck
(aunque no fue así) y tal vez enloqueciendo a reverendo Buckland (aunque tal vez no fue por eso), que dedicó su vida a investigar la
geología del Diluvio Universal. Pero habrá que estar atentos porque surgirán viajes en burro en Italia y hasta Goethe entrará en esta historia.
Son las derivas que nos propone Irina.

A partir de la Sala 2, a “rastrear” sirenas. En México primero, en un detalle tan acabado del Palacio Iturbide porque seguramente Irina
estuvo allí, en la exposición que conmemoró el primer libro sobre Grandes Maestros del Arte Popular. Y allí cuatro sirenas. Con guitarras. En el Mueble 2, la revista “Artes de México” regalo de viaje del padre de Irina y más sirenas en barro y madera con instrumentos de cuerda. Y una sirena zurda y otra en color. Más otras en barro negro “seres de agua a unos 1500 metros a nivel del mar”.

El itinerario por la Biblioteca y sus divisiones nos va llevando a los libros y revistas que tanto en México, como en Perú y Bolivia consolidaron los estudios del arte popular. En las revista Artes de México, conoceremos parte de la urdimbre y la trama de la historia del país y la deriva nos llevará a políticas públicas para las artes populares con el protagonismo del Dr. Atl y su libro, Artes Populares de México. Y otras derivas, como la influencia de las lacas chinas en la artesanía mexicana hasta el origen de la alfarería de Talavera de Puebla. Presenta el indispensable Método de dibujo (1922) de Adolfo Best Maugard (1891-1964) que explica el origen de los patterns que reproducen los artesanos, hasta hoy, generando una iconografía coherente y sinérgica (criticado y adoptado), nos conduce al arte popular en la Revolución rusa, a Paris, La Riviera, Mallorca y Nueva York y la influencia de China, India y Filipinas en la dinámica de las artesanías populares mexicanas. Se cuela en las historia Pedro Henríquez Ureña como postfacio del “Sistema del arte mexicano”, el sistema Best.

Por esas páginas el encuentro con las sirenas en Coyotepec, de horno y con autor. Y la fascinante historia de los alebrijes y los árboles de la vida de Oaxaca, tan fantástica como ellos mismos. Y Metepec y su característica loza donde las “Las sirenas estaban ausentes”.

En Perú, departamento de Ayacucho, un pueblo alfarero que moldena músicos (chunchos) con motivos vegetales y grupos de músicos y
pequeñas bandas. Dice Irina, ”Las sirenas aparecerían más tarde cuando los alfareros se habían radicado en Lima expulsados de la sierra por miedo”. En el Estante 4: Perú (Artes Populares) en la publicación
Las Artes populares en el Perú (1981), el historiador Francisco Stastny intenta definir y expone las políticas de gobierno referidas al arte popular de su país. Su libro abunda en sirenas charanguistas o guitarristas. Irina propone una metamirada sobre los estudios analizados, localistas, sin extender vínculos con la colonia y otras posibles influencias.

En la Biblioteca. Libros modernos a) estante 3: Bolivia, las sirenas indias del lago Titicaca, relevadas por la arquitecta Teresa Gisbert Carbonell en su libro Iconografía y mitos indígenas en el arte, dedica un capítulo a las sirenas y “realizó un inventario de todas las sirenas que pudo hallar tanto en colecciones como en edificios coloniales”.

Sala 3, donde están los tapices. Pared 4 Tapices de colección inicia una fascinante narración a partir de un tapiz que encontró en 2019 en Victoria & Albert Museum, el tapiz de Goa, describe su trazabilidad, su comercio y el rol del comprador Vitall Benguiat que en 1901, compra la pieza y con el tiempo se convierte en experto en textiles. La misión que tiene el Victoria & Albert Museum y el valor de otras piezas.

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¿Dónde está Wally? del dibujante británico Martin Handford (1987) o ¿Donde están los elefantes y las sirenas? será una excusa para un fascinante viaje de estudios sobre arte popular en México, Perú y Bolivia. La disrupción de los objetos desubicados estimula la lectura. Gracias a las derivas que Irina provoca la búsqueda se enriquece, y por momentos se olvida la lectora, del objetivo y desaparen las fronteras.

Un privilegio leer a Irina Podgrny, desde su ciencia para un saber mejor.

Guardo para que ustedes descubran, las emociones, que el libro también deja ver.